Peretz Smolenskin, un sionista ilustrado

09/Mar/2018

Enlace Judío México, Por Marcos Gojman

Peretz Smolenskin, un sionista ilustrado

Smolenskin era un seguidor de la Haskalá,
la corriente que buscaba preservar a los judíos como una colectividad única y
separada, pero enmarcada en una renovación moral y cultural, donde se reviviría
el hebreo como idioma secular, a través de un periodismo moderno y una nueva
literatura.
Peretz Smolenskin (1842-1885) nació en
Monstriczena, Bielorrusia, en el seno de una familia de escasos recursos. Quedó
huérfano de padre y además vivió el secuestro de su hermano mayor por parte del
ejército del Zar Nicolás I, hechos que marcaron su infancia. A los 14 años,
ingresó a la Yeshivá de Shklov, donde estuvo cuatro años y posteriormente pasó
unos meses en la corte de Rabi Menahem Mendel Shneerson, en el pueblo de
Lubavitch. Decepcionado, tanto de la vida en la yeshivá como en la corte
jasídica, pasó los siguientes años recorriendo la zona donde vivían los judíos,
hasta que se estableció primero en Odessa y finalmente en Viena.
En 1868 fundó el periódico en hebreo “Ha
Shajar” y convirtió su casa en un centro de reunión de escritores jóvenes.
Gracias a su trabajo como editor de “Ha Shajarl fue seleccionado para encabezar
la delegación de la Alliance Israelite Universelle a Rumania, misma que tenía
el objetivo de investigar la difícil situación de la comunidad judía del lugar,
quienes sufrían por el antisemitismo y los pogroms, además de ayudarlos a
establecer escuelas judías.
En sus novelas, Smolenskin criticó la
realidad social de donde él provenía y propuso cambios progresistas. Sus
personajes eran filántropos acaudalados, mendigos, rabinos, sabios, jasidim,
jóvenes que buscaban encontrar su futuro, judíos asimilados, judíos
tradicionales y mujeres modernas. Smolenskin era un maskil, un seguidor de la
Haskalá, la corriente que buscaba preservara los judíos como una colectividad
única y separada, pero enmarcada en una renovación moral y cultural, donde se
reviviría el hebreo como idioma secular, a través de un periodismo moderno y una
nueva literatura. La Haskalá buscaba la integración del grupo judío en las
sociedades que los rodeaban, a base de hablar el idioma del lugar y adoptar sus
valores, cultura y apariencia.
Fue crítico de los jasidim y en general de
los judíos religiosos, pero también de la nueva generación que buscaba
deshacerse de su identidad y cultura judía. Luchó contra los “guardianes de la
tradición” que se oponían a la modernización, pero también buscó detener a los
judíos que abogaban por la asimilación y quienes, según él, eran un peligro
para la unidad del pueblo judío y su cultura. Al ver el deterioro de la
identidad judía en las comunidades de Europa occidental y central, resultado de
la reforma religiosa, la emancipación social y económica, el abandono del hebreo
y la integración a la cultura del país, Smolenskin concluyó que los maskilim
tenían que cambiar sus prioridades.
Los motines anti judíos en Odessa en 1871,
lo convencieron que la Haskalá, la Ilustración, había fallado en su intento de
introducir valores humanistas en la sociedad moderna y que, para el pueblo
judío, el único camino era el nacionalismo cultural, basado en el hebreo
moderno, las cualidades espirituales y no ritualistas de la Torá y la esperanza
de lograr la redención nacional en un territorio secular y no en lo religioso.
Smolenskin se afilió al movimiento nacionalista Hovevei Zion y en sus artículos
siguió atacando al mismo tiempo a las corrientes asimilasionistas y a las
religiosas, al tiempo que abogaba por la inmigración a la tierra de Israel.
Smolenskin pudo sintetizar su judaísmo en una frase: fue un sionista ilustrado.